INTRODUCCIÓN.-
En los últimos tiempos, el fenómeno terrorista se ha convertido en el peor castigo para las sociedades civilizadas y democráticas, en realidad, para la Humanidad en su conjunto. Las acciones terroristas son de lo más variadas pero todas tienen un factor en común: su extrema crueldad. Nadie está a salvo del terrorismo.
Las motivaciones pueden ser ideológicas, políticas, religiosas o económicas, incluso hay grupos terroristas que han manifestado un motivo cultural para justificar sus atentados: el mantenimiento de sus valores dan lugar a las acciones que piensan les definen como grupo primordial y de élite, atentando contra comunidades que consideran indignas de compartir su misma cultura.
Los actos perpetrados suelen ser secuestros, atentados con artefactos explosivos, asesinatos selectivos y en las últimas décadas también masivos o empleando cualquier otro medio que ocasione muerte y destrucción, llegando al fenómeno actual de especialización terrorista si bien con el mismo objetivo en todos los casos: producir el mayor daño posible.
Pero, ¿Cuándo comenzó esta vorágine? ¿Cuál fue el primer grupo terrorista de la Historia? ¿En qué momento un ser humano decidió desestabilizar la sociedad en la que vivía en pos de sus ideales?
EL TERRORISMO EN LA ANTIGÜEDAD.-
Egipto: la insurgencia judía
Las primeras menciones de atentados terroristas las pudiéramos tener en el Antiguo Testamento, en la historia de Moisés y sus intentos por huir de Egipto. Tanto si lo que nos narra fue cierto como si no, las plagas que azotaron al País de los faraones pudieron tratarse de un ejercicio continuo de intento desestabilizador de la sociedad egipcia para presionarle con el objetivo de que cediera a las pretensiones de los israelitas (si se viera borrosa la imagen siguiente en su ordenador hacer «click» en ella) .
El Libro del Éxodo nos cuenta como Moisés y su hermano Aarón intentan por todos los medios conseguir la libertad para su pueblo asegurándonos, quienes escribieron la Biblia, que fue Jehová el que se puso del lado de Israel como pueblo escogido venciendo a los idólatras egipcios y castigándoles con diez plagas. Si analizamos todo esto lo primero que no nos cuadra es que Dios, que se supone es símbolo de unión de toda la humanidad, sienta debilidad por un pueblo concreto anteponiéndole a los demás convirtiéndose en un ser racista que no acepta que otras comunidades distintas a la judía puedan someterla; evidentemente, lo que sucedió en realidad es que el Estado egipcio era mucho más poderoso que el conjunto de las tribus judías por lo que éstas recurrieron a mitos para sobrellevar mejor esa carga o dignificar su pasado ya que probablemente todas estas historias bíblicas sean invenciones posteriores, se cree elaboradas durante el cautiverio judío en Mesopotamia con la finalidad de crear un pasado glorioso del pueblo de Israel del que se sintieran especialmente orgullosos los judíos, pero la verdad histórica es que no hay ningún rastro de que se produjera ningún éxodo judío en Egipto salvo el papiro Westcar, así llamado porque lo adquirió en 1825 Henry Westcar quién se lo entregaría después al egiptólogo Karl Richard Lepsius; en este papiro se narran cuentos e historias hablando uno de ellos de un mago que separa las aguas, lo que se supone hizo Moisés, en el Mar Rojo pero este documento excepcional data de la época del faraón Keops, en torno a mediados del tercer milenio a.C. cuando Moisés se supone que vivió en el segundo milenio y además lo que narra son historias que se cuentan en la corte para divertimento del faraón y su familia, no hechos históricos. Es probable, por lo tanto, que algún sabio o investigador judío tuviese acceso al papiro Westcar y lo convirtiera en leyenda propia. Sin embargo, hay científicos que han querido de todas maneras demostrar empíricamente, que esas plagas sufridas por el pueblo egipcio, si acaso sucedieron, son explicables sin necesidad de recurrir al castigo divino lanzando dos hipótesis: la explosión del supervolcán de la isla griega Santorini que pudo dar lugar a una serie de fenómenos que provocaran una serie de catástrofes que a falta de una explicación racional, los egipcios o los israelíes entendieron como obra de Dios y la otra hipótesis es un aumento de las algas que causara toda la consecuencia desastrosa de las plagas.
Fuera como fuese, a nosotros lo que nos interesa como analistas del terrorismo, es el detalle de que quienes redactaron el Éxodo nos hablan de lo que pudieran ser las primeras acciones de verdadero bioterrorismo, esto es, la utilización de armas biológicas para desestabilizar una sociedad y fue eso precisamente lo que sucedió en Egipto. Veamos: la primera de las plagas fue que el río Nilo, fuente de vida tanto en el Egipto antiguo como en el actual, se convirtió en sangre. El doctor John Marr, que fue jefe de epidemiología en la ciudad de Nueva York y principal defensor de la hipótesis de la invasión de algas, opina que el color rojizo de estas plantas acuáticas daría la impresión de que el mar y el río se habían vuelto rojos. Por otro lado, la elevada concentración de toxinas provocarían las cuatro siguientes plagas: las ranas que crecían sin control al no haber depredadores que se las comieran debido a las algas y una vez muertas las ranas, en la arena, el gran número de ellas atraería a las moscas (cuarta plaga) entre las que se encontrarían las de los caballos que provocan a su vez muermo en los animales; al contacto con los hombres éstos se contaminarían saliéndole úlceras que sería la explicación de la sexta plaga. El granizo y el fuego aparecerían por la erupción del mencionado volcán de la isla Santorini lo que aconteció en 1627 a.C., época en la que se cree tuvo lugar el Éxodo; fue de tal calibre la explosión volcánica que el polvo expulsado a la atmósfera oscurecería la luz solar durante días lo que ha sido registrado en anillos de la corteza de árboles canadienses y se han descubierto escritos egipcios de la época que describen el evento como una larga noche que duró nueve días. Por lo tanto, tenemos la explicación a estas otras plagas. Las enfermedades pudieron provocar también ceguera temporal lo que explicaría igualmente la oscuridad de la que nos habla la Biblia.
Este ejemplo nos sirve para entender que un analista del terrorismo ha de buscar todos los datos e información que le sea posible antes de elaborar un informe que explique una acción terrorista. Si nuestra idea es buscar el origen del terrorismo y por lo tanto saber en qué momento un grupo de seres humanos se plantearon que desestabilizar una sociedad era el mejor arma para que los dirigentes accedieran a las pretensiones de ese grupo insurgente, no podemos ceder a explicaciones banales como la participación divina en estos sucesos ya que precisamente es el argumento actual de los grupos integristas para justificar los actos terroristas. Así que es labor del analista dar con explicaciones racionales que desmonten la argumentación fundamentalista para que sus adeptos comprendan que están siendo engañados por los líderes de las organizaciones terroristas a las que se adscriben.
Volviendo a las plagas egipcias, los teólogos más conservadores, tanto judíos como cristianos e incluso musulmanes, todos ellos partícipes del Antiguo Testamento, la verdadera Biblia, Libro sagrado para las tres grandes religiones, consideran que no hay explicación científica para las plagas egipcias alegando que la décima plaga demuestra la intervención divina puesto que no existe mecanismo natural alguno que seleccione a los primogénitos para que éstos y no el resto de hermanos mueran con motivo de la última de las plagas, la que supuestamente convenció al faraón de que Dios estaba del lado de los judíos y de que resultaba inútil luchar contra su poder, accediendo a la marcha del pueblo de Israel.
Pero también esta selección curiosa tiene su explicación. En el Antiguo Egipto, los primogénitos tenían derecho a doble consumición de grano, el cual había sido recogido con urgencia debido a lo ocurrido con el volcán. Para evitar que el granizo callera sobre las cosechas y las destruyera, lo que hubiera provocado una gran hambruna, el faraón ordenó su siembra urgente y su almacenamiento el cual se hizo sin tener en cuenta la humedad de los silos y del propio grano enmoheciéndose y cubriéndose de toxinas mortales. Si los primogénitos recibían doble ración de comida podemos entender que murieran antes y en bloque, prácticamente todos al mismo tiempo.
Así pues, las diez plagas de Egipto quedan desmontadas….o tal vez no pero si hay algo seguro; como he indicado anteriormente, quién o quienes redactaron el Libro del Éxodo sabían que todos esos mecanismos biológicos pueden dar lugar a una gran mortandad lo que convierte al Éxodo en el primer manual de la Historia para bioterroristas: se explica cómo contaminar el agua, el ganado y las cosechas y con ello la alimentación de toda una población provocando su ruina. Desde luego, si las plagas sucedieron realmente, entendería por qué el Faraón actuó como lo hizo ya que dudo que creyera el argumento de un Dios de Israel castigando al pueblo egipcio por no favorecer a los israelitas; tanto entonces como ahora, la creencia en mitos y dioses ha sido una herramienta de coacción antes que un ejercicio sincero de espiritualidad. Los faraones llevaban a cabo rituales con los que hacían creer a sus súbditos que eran inmortales y que se reencarnaban en un faraón nuevo, que en realidad era su hijo primogénito. A este acto lo llamaban ritual “sed” y consistía básicamente en mostrarse a la población en medio de una parafernalia de fiesta y júbilo con alta dosis de misticismo, desapareciendo por un instante el faraón viejo para acto seguido aparecer su hijo pero dando a entender que es el faraón padre rejuvenecido. Con semejantes maniobras para mostrar a la población que el faraón era un dios vivo, nos damos cuenta de que los monarcas egipcios no creían en dioses ni mitologías sino que ellos mismos habían creado una religión que les separara del pueblo otorgándoles un carácter divino que les justificara como soberanos. Por esta misma razón, desconfiaban de cualquier otra religión y la judía para ellos era tan solo una creencia más, con sus ritos y doctrina pero con la misma finalidad que las otras: desarrollar un sistema de creencias y mitos para que sirvan de escape espiritual del pueblo.
Comprendamos entonces que el faraón desconfiara de la intervención divina en el oscuro episodio de las plagas y que más bien pensara que era obra de los judíos que deseaban desestabilizar su Imperio para que les permitiera marcharse o como arma de presión; estaríamos por lo tanto ante el primer grupo terrorista del que haya constancia, aunque no demostrada.
Roma: el conflicto palestino
Egipto coincidió en sus últimos coletazos con Roma en todo su apogeo y si terrorismo es el conjunto de acciones que se llevan a cabo para desestabilizar a un Estado o sociedad mediante el uso de la violencia, durante los 1.200 años de Historia del Imperio romano se dieron muchos casos de terrorismo y el propio Estado romano desarrolló una amplia legislación para contrarrestar los efectos del terrorismo, si bien ellos no conocían este fenómeno con esa denominación. Para los romanos y anteriormente para los griegos, de quienes los romanos adoptaron casi toda su cultura, los grupos insurgentes eran rebeldes al Estado y tratados como amenaza para la seguridad y estabilidad del Imperio. En cierto modo, igual que en la actualidad ya que no debemos olvidar que la civilización occidental es heredera de la cultura grecolatina.
Hoy en día, como entonces, casi todos los Países cuentan con cámaras de representantes que proponen leyes que después someten a votación.
Para la Ley romana, los peores delitos eran los de rebeldía, sedición o traición al Imperio, reservándose para ellos el horrible castigo de la muerte por crucifixión. Tan temida era esta pena que los judíos que se rebelaron contra las autoridades romanas en el siglo I d.C. y que se refugiaron en la fortaleza de Masada, tomaron la decisión de suicidarse antes que entregarse ya que sabían lo que les esperaba a los supervivientes del asedio: 39 latigazos con el flagrum que se componía de dos o tres cuerdas acabadas en bolas de piedra o metal y si conseguían sobrevivir a tan horrible castigo, debían cargar con el madero en el que serían crucificados posteriormente, aunque en contra de lo que se cree no era usual clavar al reo en la cruz ya que ello podría acelerar la muerte al desangrarse sino que se le ataba las muñecas con cuerdas, de tal modo que se alargaba la agonía del crucificado (si se viera borrosa la imagen siguiente en su ordenador hacer «click» en ella).
Con semejante tortura, los actos de rebeldía, insurgencia, traición y sedición que en conjunto sería el antiguo terrorismo, estaban controlados en cierto modo. Digamos que los romanos entendían que la acción terrorista debía ser castigada severamente de modo ejemplar para que los demás grupos rebeldes se lo pensaran antes de preparar y llevar a cabo sus acciones terroristas y precisamente fueron de nuevo los israelíes los más rebeldes al poder de Roma, como había ocurrido siglos atrás en Egipto con aquellos judíos que amenazaron la estabilidad del Imperio de los faraones.
En esta ocasión nos encontramos en la Palestina del siglo I d.C., la época de Cristo y la tierra en la que se supone nació, creció, divulgó su doctrina y murió.
Palestina en este momento de la Historia es un polvorín, como lo es actualmente.
Entonces, la principal autoridad era la romana encarnada en un praefectus urbi que ejercía su mandato sobre toda Judea desde Jerusalem, capital del Reino. Sin embargo, existía un monarca y un poder sacerdotal representado por el Templo de Salomón. Una situación similar a la de hoy en día ya que hay un poder estatal judío pero apoyado y subvencionado por los Estados Unidos de Norteamérica, el Imperio Romano actual. En el siglo I, para Roma, conservar una base importante en la zona le permitía controlar todo el territorio, bastante inestable y amenazado constantemente por los persas con lo que convenía tener a los judíos contentos otorgándoseles ciertas prerrogativas como la exención del servicio militar obligatorio, el mantenimiento de su estructura religiosa centralizada en su Templo de Jerusalén que los judíos consideraban sagrado ya que había albergado las Tablas de la Ley entregadas por Dios a Moisés y depositadas en el Arca de la Alianza. Trasladada esta situación a la época actual, los persas serían las naciones árabes, la base de operaciones de Norteamérica en la zona sería Israel y desde luego no creo que sea necesario explicar la inestabilidad de Oriente Medio. Por otro lado, el Templo de Jerusalén hoy en día sería la Ciudad de La Meca, donde se encuentra el lugar más sagrado para los musulmanes, es más, la Judea de tiempos de Cristo sería también comparable a la Arabia saudí de hoy en día, no a Israel ya que en Arabia hay un fuerte movimiento antinorteamericano sin embargo Estados Unidos mantiene una presencia militar importante y otorga ciertas prerrogativas a la realeza saudí a cambio de tener al País como base de operaciones. También en la época de Jesús, el que el rey de Judea fuera una marioneta romana le granjeó problemas internos serios, algo que ya podemos ver en Arabia Saudí desde hace algunos años en los que se han producido algunos atentados terroristas de diversa consideración.
Los principales problemas contra la seguridad en tiempos de Cristo venían de mano de grupos extremistas judíos, como vemos una situación similar a la de hoy en día solo que la orientación religiosa es distinta siendo los actuales grupos integristas de corte islamista. Si en los siglos XX y XXI la principal organización terrorista palestina es Hezzbollah, entonces, en la Palestina de Cristo, era el grupo de los zelotes.
Se dice que el fundador del movimiento zelote fue un tal Judas el Galileo o Judas de Gamala, un líder parecido a los de los grupos yihadistas de hoy en día ya que entendía la lucha política contra el poder romano como obligación puesto que había sido ordenado por el mismísimo Dios, según sus creencias.
En el año 6 d.C. el cónsul romano Quirino ordenó, desde Siria, un censo de toda la población, lo que motivó una revuelta instigada al parecer por Judas de Galilea, hecho recogido por el historiador judío romanizado Flavio Josefo, en su obra La Guerra de los Judíos. También le menciona Gamamiel, un miembro del Sanedrín que era el Gobierno sacerdotal de Judea aunque esta segunda referencia es dudosa puesto que aparece reflejada en el Libro “Hechos de los Apóstoles” y como todo el Nuevo Testamento bíblico con una autenticidad más que cuestionable.
Flavio Josefo, en cambio, aunque también interpolado en ocasiones como en ese fragmento en el que habla de Jesucristo, texto que una vez analizado por expertos se sabe es un añadido posterior, aún así ofrece mayor fiabilidad y en su obra “Antigüedades Judías” nos habla de los zelotes como una de las cuatro sectas judías del siglo I siendo las otras los saduceos o casta sacerdotal, los fariseos y los esenios. De los fariseos se ha dicho de todo pero principalmente que eran unos fundamentalistas que inspiraban al movimiento zelote, algo parecido al integrismo islamista en la actualidad, el cual inspira al terrorismo yihadista. Flavio Josefo dice que los fundadores de la secta zelote fueron Judas el Galileo y un fariseo llamado Zadoq.
Por último, los esenios eran una comunidad de ascetas que se decían seguidores de la verdadera religión, sin tanto adorno interesado y a la que se ha dicho, en los últimos años, que perteneció Jesucristo.
Flavio Josefo nos dice que los zelotes atacaron una guarnición romana en Séforis, a siete kilómetros de la localidad de Nazaret, un año después de que el cónsul romano ordenara el censo, iniciando una revuelta Judía que motivó la dura respuesta romana que derivó en la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén algunas décadas después (el anterior, el de Salomón, ya había sido destruido por Nabucodonosor en el siglo VI a.C.)
Los historiadores actuales difieren entre ellos pero se está imponiendo la hipótesis de que los zelotes no existieron en tiempos de Jesús sino que se formaron como movimiento de resistencia posterior provocando la Gran Revuelta Judía, en cambio hay quién considera que sí había elementos rebeldes aislados en vida de Cristo y que un caso probable fuese Barrabás, el preso que los romanos liberaron por petición del pueblo judío, dándole a escoger entre el mismo y Jesucristo. Sin embargo este episodio ha sido también puesto en duda ya que algunos estudiosos consideran que toda la vida de Jesús ha sido literalmente copiada de mitos anteriores puesto que casi todas las religiones antiguas tuvieron entre sus creencias la de un Dios hecho hombre que había venido al Mundo a redimir a la Humanidad.
De nuevo me remito a lo que debe interesar realmente a un analista del terrorismo que se sumerja en los orígenes de esta lacra y para discernir la verdad entre tanta paja mental es necesario ahondar en la amplia documentación existente y analizar de modo serio y responsable los hechos, dejando nuestra ideología y simpatías políticas de lado ya que de lo contrario nuestro análisis está abocado al fracaso o se convertirá en un informe partidista que no beneficia en nada a la sociedad
Considerar a los zelotes como el verdadero primer grupo terrorista de la Historia por las acciones violentas que llevaban a cabo contra el poder romano tal vez sea arriesgado ya que otros analistas, en todo caso, les ven como un movimiento de resistencia ante un invasor pero no olvidemos que la propia autoridad judía ya había aceptado al poder romano como referencia administrativa probablemente por una pura cuestión práctica: oponerse solo hubiera servido para ver aniquilado al pueblo judío. Sea cual sea la razón, el caso es que Roma era el Estado y los zelotes luchaban contra el Estado pero no de manera abierta sino mediante acciones planificadas y perpetradas por lo que hoy llamaríamos cédulas terroristas. Además, contaban con un grupo de élite conocido como “sicarios”, cuyo nombre les viene de la espada que portaban que recibía el nombre de “sica”, especialmente despiadados que no dudaban en matar a civiles para que el resto de la población dejara de pagar los impuestos debido al temor que despertaban los sicarios.
Volviendo a la cautela que debemos mostrar cuando utilizamos como referencia histórica los Evangelios, sí que llama la atención la aparición entre los fieles seguidores de Jesús, los apóstoles, de un tal Simón el zelote e incluso un evangelio apócrifo cuyo nombre es “Testamento en Galilea de Nuestro Señor Jesucristo” habla de Judas Iscariote, el apóstol que traicionó a Jesús, como Judas el zelota, alegando que “Iscariote” es un apelativo derivado de ishi-karioth que significa sica, el temible puñal curvo de los sicarios.
La palabra zelote deriva de zelotai, un vocablo griego que significa “celoso” que era como ellos mismos se denominaban. La razón por la que no ha trascendido el vocablo original, que sería el hebreo “qannaim” es porque en tiempos de Cristo, en todo el Mediterráneo Oriental el idioma internacional era el griego, algo así como el inglés hoy en día: las transacciones comerciales y los escritos de todo tipo se redactaban en griego como pasa en la actualidad con el inglés (cualquier documento importante o del que se desee tenga difusión internacional tiene una versión en inglés). Por lo tanto, los “qannaim” fueron conocidos como zelotai cuando se habló de ellos en los Evangelios o por otros historiadores porque estos libros eran redactados en griego.
Como los yihadistas actuales, los zelotes tenían una especie de referente original, alquien a quién consideraban el más honesto y puro entre los hombres y a quién emulaban. En su caso se trataba de Fineés, un nieto de Aarón, el hermano de Moisés y conocido por ser un celoso guardián de los preceptos judáicos. En el Libro “Números” de la Biblia, se dice que Fineés traspasó de una lanzada a un israelí y a una mujer pagana por encontrarles fornicando. Amparándose en este párrafo, los zelotes mataron a muchos judíos que se casaron con paganas, algo parecido a las amenazas de algunos grupos yihadistas actuales, cumplidas en alguna ocasión, sobre los matrimonios entre musulmanes y no musulmanes así como todos aquellos preceptos coránicos, sin duda, tergiversados.
Los romanos denominaban a estos movimientos subversivos latrones (en griego, lestai) y como ya he indicado anteriormente, tenían muy claro cómo actuar ante ellos sin embargo, a pesar de la dureza con la que los soldados romanos trataban la insurgencia, hubo movimientos rebeldes que les desconcertaron siendo uno de ellos el de los zelotes.
Perdida en el desierto de Judea durante casi dos mil años, Masada fue la fortaleza donde se refugió esta secta judía después de la Gran Revuelta del siglo I. Se trataba de un lugar casi inexpugnable en el que la III Legión Romana tuvo una Cohorte. Esta Legión era muy temida; conocida como Gallica, porque sus componentes habían luchado en los territorios de la Galia, había sido fundada por Julio César y con ella se enfrentó a su gran opositor, Pompeyo, quién pugnaba contra él por el poder en Roma. La III Legión le fue leal hasta la muerte a su creador, Julio César y le siguió a todas sus aventuras bélicas, en todos los escenarios en los que se produjeron, incluido Oriente Medio, luego estos legionarios conocían bien el desierto de Judea y precisamente por ello tenían una fortaleza en el recóndito lugar de Masada.
Debido a que se encontraba en medio de ningún sitio, todo lo que le rodeaba era desierto, siendo las condiciones ambientales extremas, estaban provistos de una gran cantidad de pertrechos militares, todo un arsenal de armas y una gran cantidad de víveres así como depósitos llenos de agua potable construidos mediante un ingenioso sistema que proporcionaba agua corriente a los soldados en todo momento. Los zelotes sabían que la clave para debilitar a las fuerzas romanas en Judea era conquistar esa fortaleza lo que consiguieron al sorprender a los soldados quienes no podían imaginar que esos vulgares cabreros, concepto que tenían de los judíos, pudieran llevar a cabo una acción de esa envergadura.
El supuesto líder de los zelotes en esta alocada misión fue Eleazar Ben Yair. Los judíos conocían Masada porque se trató, en su día, de un lujoso complejo palacial construido entre los años 36 y 30 a.C con todo tipo de lujos ya que la idea era albergar a la familia real en caso de rebelión en Jerusalén. Recordemos que Herodes gobernaba el reino gracias al apoyo romano.
Masada contaba con un palacio real con varias terrazas y un balcón semicircular con dos hileras concéntricas de columnas y hermosos mosaicos. Había una casa de baños al estilo romano, con su frigidarium para los baños fríos, una sala más templada y por último un caldarium para las inmersiones en agua caliente. En el otro extremo los arqueólogos han podido descubrir el Palacio Occidental, el centro administrativo de la fortaleza que ocupaba unos 4000 metros cuadrados. Completaba todo este magnífico complejo el almacén de reservas, compuesto por dos hileras de salones donde los arqueólogos han encontrado restos de jarras de aceite, vino, harina e higos secos. Precisamente por los trabajos arqueológicos se sabe que Masada fue ocupado por judíos afines al rey Herodes, los soldados romanos años después y los propios zelotes, éstos últimos porque se han descubierto vasijas con nombres impresos de zelotes además de un centenar de monedas forjadas en el año de la Gran Rebelión Judía.
Había también una sinagoga donde según el historiador de la época Flavio Josefo, el líder zelote pronunció un emotivo discurso proponiendo un sorteo para que un grupo de elegidos les diera muerte a todos los que estaban encerrados en la fortaleza ante la inminente entrada de los romanos. Pero les asaltaba una gran duda moral: si ordenaban un suicidio colectivo, las rigurosas leyes judías les condenarían por toda la eternidad ya que el suicidio nunca ha sido bien visto en ninguna cultura, ni siquiera en la islámica.
Sin embargo, para los judíos, el suicidio es una afrenta a Dios ya que supone alterar su plan divino hacia nosotros, esto es, adelantar nuestra muerte sin autorización de Dios así que el líder zelote en Masada se encontró con un serio problema: si les recomendaba a sus seguidores, encerrados en aquella fortaleza, que se suicidaran, su Dios nunca se lo perdonaría y serían condenados eternamente al peor de los infiernos como aseguraban sus rabinos pero sí se entregaban a los romanos, éstos no perdonarían y los que no fueran pasados a cuchillo serían torturados y crucificados lo cual era un infierno en vida mucho más temible que el eterno que a fin de cuenta nadie conocía, en cambio, la crucifixión sí habían tenido ocasión de contemplarla en otros reos capturados por los romanos y resultaba horrible.
Ante tal dilema a los líderes zelotes se les ocurrió escoger a unos desafortunados elegidos que dieran muerte a todos los que allí se encontraban, incluidos los niños, para que no cayeran en manos de los romanos y así lo hicieron. Eleazar Ben Yair, como los líderes yihadistas actuales, ordenó este gran crimen y sus lugartenientes pasaron a cuchillo a todos excepto unas pocas mujeres que se escondieron con varios niños y que una vez fueron encontrados por los romanos, cuando éstos entraron por fin en la fortaleza, sirvieron de testimonio de lo allí acontecido lo que causó un gran pesar en la fuerza romana desplegada que no comprendía como se pudo haber llegado a eso.
La duda histórica es si realmente sucedió esto o los romanos consiguieron entrar en la fortaleza y matar a todos y todas, desollendo sus súplicas como escarmiento para el resto de rebeldes. La matanza pudo haber sido tal, teniendo en cuenta experiencias anteriores a manos de las legiones romanas que el gobernador de Judea, quién lideró la expedición militar a Masada, ordenaría que los cronistas no dieran fe del ignominioso crimen de los soldados romanos lo que pudiera haberle costado el cargo de saberse en Roma, así que instó a un judío romanizado, Flavio Josefo, quién les acompañó en la expedición, que relatara lo sucedido para conocimiento tanto de judíos como del resto del Mundo pero dejando bien a las huestes romanas y por lo tanto mintiendo sobre lo que realmente sucedió allí.
La verdad es que no sabemos lo que ocurrió y es posible que nunca sepamos con exactitud lo que aconteció la madrugada del día tres de mayo del año 73 de nuestra era o la mañana posterior, cuando entraron los romanos en la fortaleza. Si éstos hubieran conseguido luchar contra los zelotes, les habrían masacrado, con toda seguridad y violado a sus mujeres o al menos era el temor de los judíos asediados. Habían oído historias tremendas sobre los asedios romanos y lo que les ocurría a los supervivientes.
Siguiendo, de nuevo, con el único testimonio documental que tenemos del suceso, el de Flavio Josefo, testigo de aquella siniestra jornada, los soldados romanos consiguieron entrar la mañana del día tres de mayo, vociferando y lanzando gritos de guerra pero quedarían estupefactos ante el escenario que encontraron: un silencio sepulcral y cadáveres por doquier de hombres, mujeres, niños y ancianos. Todos muertos. Algunos soldados lloraron ante ese repulsivo final de sus enemigos, indignados unos por no poder luchar con honor hasta la muerte y otros porque no se les perdonara la vida siquiera a los niños.
Debemos entender que el asedio duró siete meses y los ánimos estaban muy caldeados así que desconocemos cual fue la verdadera reacción romana. Al igual que hoy en día con los soldados norteamericanos o de la OTAN en sus misiones en Países islámicos, un conflicto tan largo da lugar a tropelías, también hechos heroicos o entendidos así por los grupos contendientes como acciones suicidas o combates decisivos y como no, errores de cálculo debido a las desconfianzas mutuas con los Regímenes que supuestamente colaboran (como ocurría entre el cónsul romano y las autoridades judías) pero para evitar suspicacias o que se tache a las fuerzas de la OTAN como invasoras o represoras y no como luchadoras contra el terrorismo que ahoga la libertad de los Países en los que hay desplegadas misiones internacionales, hoy en día se cuenta con una oficina de prensa que procura dejar en buen lugar a los ejércitos aliados (1). También los grupos insurgentes y terroristas tienen sus propios medios propagandísticos con lo que justifican sus actos si bien en su caso son injustificables, a diferencia de la OTAN que realiza una gran labor en pos de la libertad y la construcción de la paz que precisamente esos grupos terroristas han destruido pero el problema de los conflictos que se alargan es que se puede llegar a perder el norte o dar lugar a otro conflicto paralelo, el de la impresión que causa en la población el hecho de verse controlados por militares extranjeros. Al final los soldados se ven luchando contra el supuesto enemigo y contra la incomprensión de las personas a las que en teoría están ayudando: la población civil.
En la Palestina del siglo I ocurría lo mismo y Flavio Josefo, a cambio de que se le perdonara la vida ya que era un judío sobre el que recaía la sospecha de colaboracionismo con los rebeldes, hizo de “oficina de prensa”, digámoslo así, de los romanos. El trato fue: te perdonamos la vida si transmites a tu pueblo que los romanos no son una amenaza sino el progreso o bien les haces entender que toda resistencia es inútil con tus escritos y crónicas. Este es el principal motivo que nos hace dudar del testimonio de Flavio Josefo, el que tal vez fuese partidista y pretendiera ocultar un crimen perpetrado por los romanos en Masada: la muerte de todos los rebeldes.
La Legión que el gobernador de Judea llevó a Masada para reconquistarla no fue la III de Julio César ya que esta fue la que perdió esa fortaleza, con lo que su prestigio estaba tocado sino la X, conocida como “Fretensis” y que databa de la misma época que la III, la Guerra Civil romana, de hecho también fue fundada por Julio César. La X Legión era conocida por su efectividad en asedios por lo que resultaba idónea para Masada pero ya que se desconoce realmente lo sucedido en este lugar, de nuevo incido en lo que nos interesa verdaderamente como analistas del terrorismo: tanto antes como ahora, la sinrazón y el extremismo ha dado lugar a sucesos lamentables que solo han servido para crear más odio y alimentar la doctrina de terror de los grupos fundamentalistas, como ocurrió con los zelotes en el siglo I y ocurre actualmente con grupos yihadistas. La Historia está llena de brumas e interesados argumentos interpolados con el tiempo para favorecer a unos u otros, por lo que no es correcto que los analistas especulen sino que interpreten, lo que no es igual. Desde mi punto de vista, los zelotes no fueron responsables hacia sus conciudadanos llevándoles al desastre con sus acciones contra las fuerzas romanas ya que sus atentados provocaron la ira de Roma y la destrucción total del Estado de Judea. De hecho, la expulsión de los judíos de Israel, la conocida como diáspora, aconteció en este tiempo no regresando a su tierra hasta 19 siglos después, cuando en 1948 la ONU aprobó la constitución del Estado de Israel, medida que ha provocado el conflicto palestino y todo el terrorismo colateral que desde entonces se ha desatado.
Muchas voces se pronunciaron en el siglo I en contra del fundamentalismo zelote y por extensión judío ya que solo podría traer destrucción, nunca progreso, algo que vemos actualmente tanto en Palestina como en todo el Mundo árabe donde cada año surgen más pensadores musulmanes que consideran que el integrismo islamista solo puede llevar a la destrucción de la Umma islámica, no a su expansión, por lo que abogan por métodos pacíficos y de entendimiento con la cultura occidental, de lo contrario podrían correr la misma suerte que los zelotes del siglo I.
EDAD MEDIA.-
La secta de los asesinos
Hay quién piensa que la secta de orientación islámica shií, excesivamente radicalizada conocida como “asesinos” y que data del siglo XI, es una variación de los thag hindúes, una organización similar de la que hablaremos en el siguiente epígrafe. En cambio, la mayoría de estudiosos consideran que son un movimiento original sin influencias anteriores.
Lo cierto es que los Hashshashin fueron una secta disidente de los Ismaelitas nacida en el actual Irán. Son los verdaderos antecesores del terrorismo suicida ya que se especializaron en asesinar a líderes enemigos, a corta distancia y en público lo que motivaba que los que llevaran a cabo el magnicidio fuesen a su vez muertos por la multitud lo que a ellos les importaba bien poco, estaban concienciados de que lo que hacían era por un bien superior ordenado por Allah, abrazando la muerte con fervor.
No está claro su origen. Se cree que aparecieron en el siglo VIII, cuando la religión islámica se asienta ya convertida en el Imperio islámico el cual se extendía desde la India hasta al-Andalus, el reino visigodo conquistado en 711, la actual Península Ibérica.
Pero la fecha que se considera verdadero inicio de la actividad de la secta de los asesinos es 1090, con su líder más carismático, Hasan-i-Sabbah, quién dirigó toda la secta desde la fortaleza Alamut.
La corriente islámica de los Hashshashin era la ismailí pero como ocurre en la actualidad, esto no significa que todos los ismailíes sean terroristas u opinen como aquella secta de los Hashshashin. Los ismailíes son una de las corrientes islámicas: las otras son la sunní, que es mayoritaria y la shií.
Hassan-i-Sabbah viajó por todo el mundo islámico, recalando en Egipto donde ejerció un cargo que le otorgó gran poder, probablemente relacionado con los servicios secretos del califato fatimí de donde aprendería a ocultarse y adiestrar a sus adeptos.
Cuando se produjo la sucesión en el califato, Hassan-i-Sabbah huyó a Persia instalándose en la fortaleza de Alamut, nombre que significa “Castillo de la Muerte” y que ha inspirado películas y libros, incluso más recientemente juegos de ordenador. En cierto modo, la fortaleza recordaba a Masada, casi inexpugnable. De hecho, el líder nizarí (2) viviría 35 años hasta su muerte. Hay quién ve el origen del yihadismo en la secta nizarí puesto que se trataba del extremismo islámico elevado a su máximo exponente. Hassan-i-Sabbah mató a su propio hijo por beber vino, lo que es contrario a los preceptos coránicos y otros adeptos suyos corrieron la misma suerte simplemente por tocar la flauta.
Los nizaríes se extendieron por otros Países como Siria o Turquía. En este último País gobernaban los selyúcidas quienes lanzaron expediciones contra la secta de los asesinos, sin éxito. La respuesta de dicha secta fueron asesinatos por todo el imperio selyúcida matando a sus dirigentes políticos. Incluso mataron al califa fatimí provocando una guerra de sucesión de la que los nizaríes no saldrían bien parados ya que el bando que les apoyaba perdió la guerra.
Sin embargo, hay una notoria diferencia entre el yihadismo actual y la forma de llevar a cabo sus atentados la secta de los asesinos; éstos solo mataban a su objetivo, sin daños colaterales, a diferencia de los yihadistas que no dudan en causar el mayor daño posible.
Lo que sí llama la atención de los métodos de Hassan-i-Sabbah que pudiera dar luz al procedimiento de lavado de cerebro de los terroristas suicidas actuales, lo que sigue siendo un misterio, es la manera en que conseguía sus “voluntarios” para perpetrar los asesinatos que su líder ordenaba. Se cree que les drogaba y embriagados les hacía creer que se encontraban en el cielo para lo que elaboraba una puesta en escena: un lugar confortable, con mujeres desnudas que se prestaban con sus encantos a todos los deseos de los futuros asesinos. Su líder les hablaba mientras tanto con lo que se les quedaba impregnada su voz y la asociaban a dicho paraíso. Cuando se les pasaba los efectos de las drogas y despertaban, se les hacía creer que el artífice de tal maravilla era Hassan-i-Sabbah. Se les decía que habían muerto y Hassan les había llevado al paraíso pero la razón por la que regresaban era la misión que tenían que llevar a cabo. Oír la voz de su líder reactivaba en ellos su ya indudable convicción de que se trataba de un enviado de Allah y recordando el placer vivido, asociado a la voz de su jefe, no dudaban en perpetrar asesinatos como medio de volver a ese paraíso. Resulta curioso que los campos de entrenamiento de la red al-Qaeda se encuentren en las principales rutas de la droga: el opio en Afganistán-Pakistán y el hachís en el Magreb, con lo que no sería extraño pensar que los terroristas suicidas actuales son drogados previamente, como hacían en la secta de los asesinos del siglo XI, para incitarles al crimen no por convicción religiosa sino por revivir placeres en ese elaborado paraíso artificial, un engaño que sin embargo funciona. Por lo tanto, estaríamos ante la explicación del fenómeno del terrorismo suicida. La duda estriba hoy en día en la motivación en el caso de las mujeres suicidas, que ya las hay: ¿les construyen también a ellas un paraíso virtual de placer sexual al que volver si llevan a cabo su misión suicida? Si no es así, que herramientas utilizan los yihadistas para convencer a las mujeres de ir al martirio. En principio y a falta de otros argumentos, me decanto por la pobreza y el odio, dos factores poderosos que incitan al asesinato: en el primer caso, para garantizar que su familia salga de la pobreza al ser atendida por el grupo terrorista que le pague por sus acciones y en el caso del odio, sencillamente se le muestran imágenes de civiles muertos en acciones bélicas o policiales de ejércitos occidentales aliados o las Fuerzas de Seguridad israelíes, un conveniente lavado de cerebro con dichas imágenes pasando por delante de ellos continuamente y ya tenemos terrorista servido. Ni que decir tiene que resulta también muy efectivo aprovechar la indignación de los árabes que hayan sufrido daños colaterales.
Regresando con la secta de los asesinos, una vez murió Hassan-i-Sabbah, le sucedió Rashi ad-Din Sinan, conocido como el Viejo de la Montaña pero este hombre tuvo un formidable enemigo que no tuvo su antecesor, nada menos que el legendario Saladino, que fue califa fatimí y luchó contra los cruzados, especialmente contra Ricardo Corazón de León, además de reconquistar Jerusalén para los musulmanes. Nos encontramos en el siglo XII y como vemos una época de aventura y grandes reyes.
La leyenda cuenta que una mañana Saladino despertó con una daga debajo de su almohada y unos pasteles envenenados, aviso de la secta de los asesinos de que era uno de sus objetivos. La reacción de Saladino fue la de tantos que habían recibido esos avisos antes que él y no habían terminado bien: acordó con la secta dejarles en paz y no volver a enfrentarse a ellos. ¿Por qué alguien de tanto poder se asustó de ese modo? La respuesta es sencilla: si un asesino de la secta nazirí podía eludir la vigilancia de todo un califa y además no un rey cualquiera sino nada menos que Saladino, quién tenía una guardia de seguridad importante ya que contaba con poderosos enemigos, como por ejemplo, los cruzados, evidentemente, si alguien era capaz de semejante proeza, moverse entre las sombras y llegar a los aposentos del califa, dejarle el aviso y marcharse sin ser detectado, entonces podría matarle cuando quisiera; ante algo así, lo mejor era claudicar.
Los cruzados sabían que Saladino tenía un serio problema con la secta nazirí de los asesinos por lo que en ocasiones les encargaron algunas misiones, haciendo los asesinos de quinta columna cruzada, pero estos extremistas no se casaban con nadie, algo que les dejarían claro a los cruzados cuando asesinaron al rey de Jerusalén, Conrad de Montferrat, en 1192.
Los asesinatos por encargo también era una de sus especialidades por lo que se opina que los naziríes fueron los precursores de los asesinos mercenarios. Es más, fueron utilizados por los contendientes que luchaban en Palestina quienes pagaban a la secta de los asesinos para que eliminaran a sus enemigos, incluso de su misma religión; así es como se cree que murió el patriarca cristiano de Jerusalén, encargo que recibieron los asesinos naziríes de la Orden cristiana de los Caballeros Hospitalarios.
Transcurrió siglo y medio en el que los Hashshashin sobrevivieron como mercenarios llevando a cabo asesinatos por encargo pero sin convertirse nunca en una amenaza real para nadie con lo que no era objetivo primordial de ningún monarca acabar con ellos sino en todo caso utilizarles de vez en cuando. Durante ese tiempo, albergaron una valiosa biblioteca en su principal fortaleza de Alamut; el propio Hassan-i-Sabbah escribió una autobiografía llamada “Aventuras de nuestro Señor”, así de megalómano era, pero todo sería arrasado en 1256 cuando cometieron el error de matar a uno de los hijos de Genghis Khan, el dueño del imperio territorial más grande de la Historia, verdadero azote de todos los reinos de la época tanto en Europa como en Asia. Su hijo Jagati gobernaba una parte de Persia y prohibió ciertos rituales ismailíes. Recordemos que el origen de los asesinos naziríes fue la corriente islámica ismailí, así que se decidió matar al gobernador e hijo de Genghis Khan, quién encolerizado no hizo caso de las advertencias sobre esa secta de asesinos y su pasado criminal, ordenando que se arrasara la inexpugnable fortaleza de Alamut. Los mongoles de Ghengis Khan lo hicieron como habían arrasado casi todo lo que habían encontrado a su paso hasta entonces que les hubiera supuesto algún tipo de obstáculo. La mayoría de los naziríes fueron ejecutados y los pocos que consiguieron escapar lo hicieron a la cordillera del Himalaya, la India y Afganistán, donde perduran en pequeñas comunidades pero lejos ya de aquel pasado criminal. Por lo tanto, pudieran ser ellos los inspiradores del culto Thugee hindú y no al revés.
La palabra “asesino” viene precisamente de esta secta de los Hashshahin aunque hay quién la traduce como “seguidores de Hasan” y otros en cambio como “los que toman hachís”, en referencia al método que utilizaban para captar suicidas.
Hay quién compara a Bin Laden con Sabbah, el supuesto fundador de la secta de los Hashshahin: el refugio en las montañas inexpugnables de Tora Bora en Pakistán, como si de la fortaleza Alamut se tratara, su ruptura con el islamismo wahabí, como haría Sabbah con respecto al ismailismo, su hermandad del terror conocida como red al-Qaeda, la actual Secta de los Asesinos, continuando con este símil y pretendiendo elaborar un cuerpo doctrinal propio algo que no han conseguido los partidarios de Bin Laden a diferencia de Sabbah en el siglo XII. Lo preocupante, si al-Qaeda ha utilzado como referente a la secta de los Hashshahin, es que esta formación siguió existiendo 150 años después de la muerte de su creador y primer líder; ¿ocurrirá lo mismo con al-Qaeda ahora que ha muerto Bin Laden?
EDAD MODERNA (a partir del siglo XIV).-
La India: la organización “Thag”; el grupo terrorista más prolífico de la Historia
Los romanos impusieron, durante siglos, la conocida como pax romana y no volvemos a escuchar testimonios de sucesos considerados terrorismo, desde la perspectiva actual, hasta el siglo VII, en La India en la que pugnaban varios reinos, algunos de cierta extensión territorial y por lo tanto con aspiraciones imperialistas sin embargo todos tenían un enemigo común: el culto Thuggee ritual que estrangulaban a los transeúntes como sacrificios a la deidad hindú Kali.
Aunque la primera mención documental de los “thag” data de 1356 en la “Historia de Shah Firoz”, cuyo autor les menciona, los thags decían que su origen se encontraba entre siete tribus islámicas, sin embargo resulta extraño que rindieran culto a la diosa hindú Kali, algo contrario a los preceptos coránicos por lo que se piensa que se trató de una simbiosis mistérica entre sectas hindúes y musulmanas dando lugar a un movimiento extremista y sanguinario que consideraba el crimen como un medio lícito para beneficiarse económicamente. Hablamos por lo tanto de otro caso claro de terrorismo: el beneficio económico de unas pocas personas que engañan a muchas utilizándoles para sus objetivos haciéndoles creer que luchan por un bien superior de inspiración divina para lo que les lavan el cerebro con sus arengas y doctrinas.
En esta ocasión, los que lucharon más activamente contra estos terroristas del pasado fueron los británicos, ya que el movimiento perduró siglos, desde el VII hasta el XIX, cuando La India era una colonia británica y los soldados ingleses sufrían los crímenes de esta secta destructiva así como los colonos británicos y la misma población hindú ya que se calcula que los thags llegaron a matar a 200.000 personas a lo largo de toda su Historia lo que les convertiría en la organización terrorista más temible de todos los tiempos, habiendo inspirado a otros grupos actuales aunque no han tenido la efectividad de los thag, afortunadamente.
Su principal objetivo fueron los peregrinos con quienes trababan amistad hasta ganarse su confianza tras lo cual eran asesinados y desvalijados.
Este movimiento terrorista transmitía sus inducciones de generación a generación, como se piensa ocurre o pretenden algunos grupos yihadistas actuales. Otra similitud entre el terrorismo yihadista y el movimiento thag es que se sirven de niños a los que adiestran hasta convertirles en terroristas en potencia, moldeando su mente desde muy jóvenes con lo que crecen en ese ambiente, no conociendo nada más, resultando muy eficaces.
También, tanto los thag como los yihadistas de hoy en día, se aprovechan de la desesperación de los más desfavorecidos y a cambio de sustento para ellos y sus familias les captan como activistas por lo que resulta primordial acabar con la pobreza ya que es uno de los principales motivos por los que muchos hombres y cada año más mujeres se adscriben a la causa terrorista.
Los thag se organizaban en lo que hoy llamaríamos cédulas terroristas, formadas por unos diez hombres, en ocasiones más. Sus características son las de una verdadera organización terrorista: cuidadosa organización, clandestinidad, maniobras cautelosas y un pretexto religioso
De acuerdo al Libro Guinness de los récords, la secta thag fue responsable de aproximadamente 2.000.000 de muertes. En cambio el historiador británico Mike Dash calculó que en total asesinaron a unas 50 000 personas, basado en la suposición de que solamente existieron durante 150 años antes de su erradicación en la primera mitad del siglo XIX, quiere esto decir que según Dash los thag fueron creados como movimiento terrorista en 1680 y no en el siglo VII como creen otros estudiosos.
Cuando los británicos acabaron con los thag, su líder, Thug Burham, decía haber estado presente en más de 930 homicidios cometidos por su cuadrilla de 25 hombres, y que personalmente había estrangulado a unas 125 personas convirtiéndose en el más prolífico asesino en serie de la Historia.
El conflicto irlandés: origen del IRA
Nos encontramos en el siglo XVII cuando comienzan los enfrentamientos más serios entre grupos católicos y protestantes o anglicanos, verdadero origen del conflicto en Irlanda del Norte ya que lo anterior sería un movimiento de resistencia irlandés hacia la corona británica que se impuso en su territorio y aunque todo está en realidad encuadrado en el mismo contexto, sería en el siglo XVII cuando podemos comenzar ya a pronunciar la palabra terrorismo para definir los enfrentamientos entre estos grupos que motivaron atentados contra las autoridades británicas y todos los daños colaterales que este ancestral conflicto de Irlanda ha provocado desde su origen.
Tras las dos conflictos bélicos del siglo XVII entre ingleses e irlandeses, los primeros, a la sazón victoriosos, impusieron las conocidas como Leyes penales que coartaban las libertades religiosas y políticas, además de eliminar los derechos legales de cualquiera que no apoyara a la Iglesia Anglicana. Cuando se anularon estas leyes, en el siglo XVIII, los protestantes, al verse en igualdad de condiciones que los católicos y sin sus privilegios, iniciaron una campaña de terror contra grupos y comunidades de irlandeses católicos, los cuales no se quedaron quietos sino que se organizaron y cotraatacaron, naciendo el conflicto cuya derivación hemos visto tiempo después en las acciones del IRA pero en aquel siglo XVIII ya se preparó todo el movimiento posterior con la aparición de la Orden de Orange que unía a todos los protestantes frente a los católicos si bien en el siglo XIX se consiguió avanzar notablemente para evitar la confrontación recurriendo a la vía política pero la promulgación de la Ley de autogobierno o de transferencia de competencias de principios del siglo XX dio al traste con esta pretensión pacificadora. El Partido Parlamentario Irlandés presionó para conseguir una mayor autonomía de gobierno para Irlanda pero los protestantes pro-británicos estaban en contra de esta medida y sintiéndose traicionados por el Gobierno británico formaron una organización paramilitar llamada Fuerza Voluntaria del Ulster. Si no hubo una guerra civil en esta segunda década del siglo XX fue porque la Primera Guerra Mundial lo impidió, aunque tan solo en principio. Los pro-británicos marcharon en apoyo de su patria al escenario bélico europeo, ocasión aprovechada por los irlandeses católicos para reclamar no ya la autonomía sino la independencia, naciendo el Sinn Féin, partido político que todavía hoy existe y que siempre ha sido el brazo político del IRA. Juntos, el IRA y su brazo político lucharon contra los ingleses en la Guerra Anglo-irlandesa de 1920 tras la cual se creó el Estado Libre Irlandés dejando un territorio al norte de la isla todavía bajo dominio británico lo que no contentó al IRA que continuó con su lucha armada tanto contra británicos como contra el Gobierno de la República de Irlanda alegando que Irlanda o estaba unida, sin la presencia de británicos, o sería castigada con una guerra civil que fue precisamente lo que sucedió hasta que el IRA fue derrotado en 1923, prosiguiendo desde entonces su lucha de modo clandestino.
SIGLO XIX: surge el concepto “terrorismo”.-
Sin embargo, el concepto terrorismo no procede del conflicto irlandés, en lo que a Europa se refiere; se adoptaría en realidad durante la Revolución Francesa en el período conocido como Reinado del Terror (1793-1794) en el que Robespierre y el bando de los jacobinos llegaron a matar entre 11.000 y 45.000 personas (según diferentes estimaciones) guillotinadas con la acusación de llevar a cabo actividades en contra de la Revolución, valiendo la más mínima sospecha para llevar al cadalso a cualquier persona. Ni siquiera los propios jacobinos escaparon a esta vorágine de terror y cualquiera que estuviese en contra era igualmente ejecutado. Llegó un momento que la población se sumergió en esa misma situación de terror constante en la que la violencia se volvió gratuita.
A raíz de la Revolución Francesa nació una filosofía del terror que sería controlada por Napoleón pero que tras la muerte de éste renacería en la forma del terrorismo anarquista que atentaba contra cualquier forma de poder sin importarle lo más mínimo los daños colaterales.
Es cierto que debemos separar las justas reivindicaciones políticas de mejoras sociales que algunos grupos políticos que entonces se movían en la clandestinidad reclamaban de las acciones violentas de otros pero no pocas veces fueron unidas de la mano al considerar esas formaciones que la violencia era el único modo de concienciar a la sociedad sobre las injusticias que se cometían contra el proletariado y las masas populares desfavorecidas. Si además, los Gobiernos reprimían las manifestaciones de forma excesivamente violenta con verdaderas masacres, el odio se volvió exacerbado dando lugar al terrorismo de corte anarquista, pero al igual que ocurre en la actualidad con el terrorismo de inspiración islámica, se debe ser cauteloso con los términos utilizados para referirse a ellos porque no todos los anarquistas son terroristas, evidentemente, como no todos los musulmanes lo son así que se ha reconceptualizado todo ello y ahora se denomina al terrorismo hasta hace poco conocido como anarquista como violencia revolucionaria y al terrorismo de corte islámico como terrorismo yihadista.
En el otro extremo del Mundo, en Japón, también en el siglo XIX, el terrorismo hizo su aparición, en esta ocasión con la pretensión de instaurar un nuevo régimen político. En 1853, el Régimen japonés lo constituía el shogunato de Tokugawa, desde hacía varios siglos. Su último período fue conocido como Bakumatu y durante quince años cuatro samuráis constituyeron una verdadera cédula terrorista conocida como los cuatro hitokiri del Bakumatu, significando hitokiri, literalmente, asesino de hombres. También fueron llamados los cuatro carniceros.
A pesar de que con sus acciones ayudaron al nuevo emperador a conseguir el poder, la dinastía Meiji les veía como una seria amenaza para el futuro de la nación ya que eran muy respetados y defensores del aislacionismo japonés lo que iba en contra de las medidas de progreso del nuevo Gobierno. El jefe de los hitokiri sería arrestado y ejecutado en 1871.
En la misma época surgen en Estados Unidos los movimientos racistas que utilizan la violencia para aterrorizar a los antiguos esclavos negros y a los políticos del Gobierno Federal que se constituyó tras la Guerra Civil. Aparece el Ku Klux Klan.
El Ku Klux Klan (KKK) promueve sin descaro la supremacía de la raza blanca sobre las demás, el odio a los judíos y árabes, la persecución de la homosexualidad, la eliminación del comunismo y la conservación de lo que ellos consideran valores cristianos. A lo largo de su historia, han recurrido no pocas veces, al terrorismo como medio de coacción y desestabilización.
Son una herencia de la Confederación de Estados norteamericanos que lucharon contra la Unión de Estados del Norte en la denominada Guerra de Secesión, el conflicto armado civil de los Estados Unidos. El Ku Klux Klan se valió de la violencia para conseguir sus objetivos pero los Estados del Sur acabaron por verles como una amenaza ya que debido a la acción terrorista del Klan el Ejercito Federal tenía fuerzas destacadas constantemente en dichos territorios por lo que los dirigentes de esos Estados no se movían con libertad, siempre observados, así que no apoyaron a los miembros del Klan cuando el presidente Grant disolvió la organización en 1870.
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX.-
Casi medio siglo después, surge el segundo KKK, mejor organizado que el del siglo XIX y ya presente en todo el País. Daba la impresión de que habían seguido trabajando en la sombra, consiguiendo adeptos para su causa y financiación durante las décadas que había estado disuelto ya que de repente aparece con millones de afiliados pero su gran error fue apoyar a la Alemania Nazi por lo que en los años 40 cayeron en desgracia. Sin embargo no desaparecieron manteniendo el apoyo de miles de personas en los años 50 descontentas con los derechos que la población negra iba adquiriendo de modo progresivo gracias al Movimiento por los derechos civiles, principalmente en los Estados sureños.
Pero qué está ocurriendo en estos mismos años en una de las zonas más calientes del Planeta en lo que al análisis del terrorismo internacional se refiere.
En Oriente Medio, la opinión pública siempre se ha creído que el terrorismo únicamente ha sido protagonizado y practicado por grupos extremistas islámicos, sin embargo, en los años 20 la milicia sionista Haganá se transformó en una fuerza paramilitar.
Haganá significa, en hebreo, defensa. Su origen fue motivado por las matanzas a manos de árabes contra colonos judíos en los años 20 con la permisividad o conocimiento de las autoridades británicas, razón por la que los judíos se organizaron y armaron contraatacando tanto a los árabes palestinos como atentando contra el ejército británico. Los fundadores de la Haganá ya tenían experiencia en defenderse de agresiones similares pues procedían de la Rusia zarista en la que habían sido igualmente atacados y donde se vieron obligados a constituir organizaciones de autodefensa como el grupo Hashomer, que significa “El Guardían”, de 1909.
Ya en Palestina, Haganá se unió a formaciones políticas judías de izquierdas, cada año más radicalizadas sus posturas debido a lo cual y ante el temor de que se les fuera de las manos por la excesiva violencia que les rodeaba y/o ellos mismos practicaban, uno de los miembros más extremistas, Avraham Tehomi, fue expulsado formando él poco después el grupo Irgún que seguiría cometiendo atentados, sobre todo contra las autoridades británicas. Pero debido a los motines árabes de 1929 que supusieron la muerte de cientos de personas, la Haganá se reforzó y rearmó. Aún así, pasados los peores momentos, ya en 1931, se volvió a la moderación de la mano del legendario David Ben Gurión, uno de los padres del actual Estado de Israel. Sin embargo, esta moderación también supuso la escisión de los elementos más radicales de la organización surgiendo el ya mencionado grupo Irgún, anteriormente conocido como Haganá Nacional.
La década de los 30 fue especialmente violenta convirtiéndose la Haganá en una fuerza muy considerable con 21.000 activistas y colaborando con la Policía británica contra la insurgencia árabe. Los británicos llevaban a cabo una política de intentar no favorecer a unos sobre otros y permitir el enfrentamiento entre ellos pero de forma controlada, esto es, que no supusiera una excesiva desestabilización.
Ya en los años 40, esa política británica tan ambigua acabó por desestabilizar del todo Palestina y provocando la constitución del Estado de Israel, esto último como un resarcimiento internacional por los millones de judíos asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Se creyó que el mejor modo de compensar el daño sufrido era otorgándoles su principal anhelo; recuperar su tierra prometida: Israel. La comunidad árabe consideró que se les había abandonado en manos de los judíos al ver como se les arrebataba las que habían sido sus tierras durante generaciones alegando que lo sufrido por los judíos durante la guerra mundial no excusaba el que se expulsara a los árabes de Palestina ya que suponía solucionar un problema creando otro. Efectivamente, justo después de la constitución del Estado de Israel, comenzaron las guerras entre judíos y árabes, convirtiéndose la Haganá en el actual ejército israelí. Curioso destino de una organización que comenzó siendo un grupo terrorista que llevaba a cabo atentados contra objetivos británicos y árabes, sin embargo así mismo comenzó su actividad el IRA, cuyas siglas, recordemos, significan Ejército Republicano Irlandés. La diferencia estriba en que los británicos aprendieron de Palestina que no debían ser tan condescendientes por lo que su política en Irlanda del Norte fue mucho más dura ante lo que el IRA no se integró en el ejército de la nueva República de Irlanda como había ocurrido con la Haganá en Israel sino que en Irlanda del Norte continuó el terrorismo.
En Palestina, más que la Haganá, fue un grupo derivado de la misma el que más atentados llevó a cabo, Irgún, como el ataque al Hotel King David donde se encontraba la sede del mando británico, con el resultado de 91 muertos y 46 heridos. Siendo como era un edificio administrativo, murieron muchas personas que eran civiles auxiliares y por lo tanto de ninguna manera objetivos militares por lo que el atentado fue muy criticado incluso por los propios grupos judíos ya que sucedió en 1946 y a punto estuvo de arruinar lo avanzado en la constitución del futuro Estado de Israel.
Aún así, al igual que la Haganá derivó en el actual ejército de Israel, el grupo terrorista Irgún se convirtió, una vez constituido Israel, en el partido político de ultraderecha Likud, considerada una formación fundamentalista que sin embargo cuenta con un gran poder en Israel.
¿Es tal vez esta la solución al problema del terrorismo? ¿El que todos estos grupos y organizaciones deriven en formaciones políticas que dejen las armas para defender sus ideales en las urnas? Eso era lo que se pretendía en los años 60 pero lamentablemente hemos podido comprobar que el fenómeno terrorista acabó adquiriendo una denotación que nadie en ese momento podía esperar convirtiéndose en la amenaza global que es en hoy en día.
[1] El 29 de mayo de este año 2011 la ISAF (Fuerza multinacional desplegada en Afganistán) mató a 14 civiles –de ellos, 12 niños y dos mujeres– en un ataque aéreo en el distrito de Nawzad, en la provincia afgana de Helmand. Hubo otros seis heridos, tres de los cuales niños, debido a que el bombardeo alcanzó dos viviendas de civiles. La OTAN asegura que el ataque fue en auxilio de los marines norteamericanos quienes estaban siendo atacados por milicianos talibanes.
El 28 de mayo de este mismo año la ISAF efectuó un bombardeo en la Provincia de Nuristán en el que murieron ocho niños. El Gobierno afgano se queja de que el Mando de la ISAF no cuente con ellos para coordinar los ataques con lo que pudieran evitarse estos errores que están minando la confianza de la población en los soldados de la OTAN la cual ya ha comunicado que investigará el suceso pero en principio el objetivo era un grupo de insurgentes que se escondían en el lugar del bombardeo según sus fuentes de información. Ya en febrero ocurrió algo similar con la muerte de varias decenas de civiles sin que se haya podido demostrar que fueran terroristas o hace unos pocos días cuando un bombardeo nocturno mató a cuatro personas entre ellas dos mujeres de las que no se ha podido demostrar su actividad insurgente.
La oficina de prensa maquilla estos errores de cálculo lo que no enturbia la excepcional labor que los soldados realizan en Afganistán.
[2] Nizarí es el nombre que recibió la doctrina que ideó el líder de la secta de los asesinos, mezcla de shiismo, ismailismo y corrientes orientales (tal vez también el culto a la diosa Kali que inspiraba a los Thag hindúes)